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Paseaba las arrugas de mi túnica, bien fresquita, por el ardiente asfalto de una tarde de Julio Charro, haciendo tiempo después de dos horas y media de trayecto León -Salamanca, faltando treinta minutos para la llegada del autobús empresa SN (Zamora - Salamanca), en cuyo interior viajaba mi buena amiga T, para reunirse conmigo en el propio andén, cuando después de varios paseos delante de la misma terraza, que a esas horas alojaba bajo su escasa sombra a dos hombres de garbanzal prominente y sonrosadas mejillas, sin mirarse a los ojos, compartían reflexiones, permitiendo tal costumbre contemplar a los viandantes, entre ellos a la que firma... Sin fijarme ya en ellos crucé su campo de visión por tercera vez y sin más uno de ellos pronunció las palabras que a continuación les reproduzco y cuyo eco, aún hoy, sigue rondando mi cabeza: " De dónde vendrán y a dónde irán".
Juzguen ustedes su significado, sólo añadiré como matiz final que su articulación fue lenta, muy lenta y acompañada de un leve movimiento de cabeza y muñeca.
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