La Beatilla y su pandilla quedan todos los domingos en la esquina de la panadería "la Andaluza" para subir dando un paseillo hasta la ermita de la Virgen de la Barca, creen, sin ninguna duda, que la virgen desembarco en aquella costa, en un barco de vela, hoy es lugar de rezos y milagros. Las olas rompen con fuerza contra las rocas y el viento no da tregua al moño, el camino es largo, los años y el luto pesan bajo el sol.
Al llegar a la ermita abandonan sus críticas y quejas para dejar paso al rezo y el lamento, piden por los suyos, por ellos y por la patria. Se dan la paz como hermanos, comen el cuerpo de Cristo y beben el vino convertido en Sangre. La paz está con ellos y con su espíritu y ya pueden ir en paz. Así lo hicieron sus padres y los padres de sus padres y lo hacen sus hijos y con sus nietos un par de veces en verano podrán compartir tan maravillosa tradición cristiana.
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